Necesitamos vitamina D para más de 200 funciones importantes.
Se la conoce como la vitamina del Sol y ello se debe a que el 85 por ciento de la cantidad que necesitamos diariamente la forma nuestra epidermis gracias a los rayos del Sol.
En las latitudes altas es posible, pero solo en verano. Para la mayoría de la población europea durante los meses de otoño y de invierno se sufre un déficit de esta vitamina, lo que acarrea diversas dolencias y enfermedades.
La vitamina D es indispensable para mantener una alta capacidad defensiva de nuestro sistema inmunológico, jugando un papel central en su desarrollo y dirección.
Reactiva la formación de sustancias defensivas como catelicidinas* y defensinas** (que actúan a modo de antibióticos naturales) ante virus y bacterias y que son capaces proteger los tejidos de las inflamaciones, ya sean originados por inflamaciones defensivas (como inflamaciones de las vías respiratorias), o por inflamaciones destructivas (las enfermedades autoinmunes, como la esclerosis múltiple o la enfermedad de Crohn).
Nos protegen de cientos de virus que están en el ambiente y que, como mínimo, nos pueden provocar una congestión nasal.
Dosis diaria recomendada de Vitamina D
La dosis diaria recomendada de vitamina D son 20 microgramos, cantidad que en nuestra alimentación habitual no solemos alcanzar. Por ello, en algunos países, enriquecen los alimentos con estas sustancias. En Finlandia añaden vitamina D a la leche o en Suiza venden los champiñones cultivados con radiaciones ultravioletas y enriquecidas con esta vitamina. Las cantidades más alta las encontramos de forma natural en el pescado, como la caballa, sardinas y en general en el pescado azul.
A partir de finales de octubre el sol ya no tiene el ángulo necesario para una estimulación efectiva para la síntesis de vitamina D en la piel. Durante del verano no podemos acumular reservas de esta vitamina, por eso podemos suplementarnos a partir del otoño con nuestro conocido Vitamarin. El aceite de pescado que contiene es una fuente muy rica de vitamina D.
Si bien todos deberíamos tener una dosis óptima, en el caso de los niños y las personas mayores es aún más importante.
De nuestra redacción.