
En esta segunda entrega de las enfermedades neurológicas, de la mano de la Dra. Ivana Wurstová, hablaremos sobre Ictus Cerebral
Las enfermedades neurológicas (2) – Ictus cerebral
Llamamos ictus al conjunto de enfermedades que afectan a los vasos sanguíneos que suministran la sangre al cerebro. Este grupo de patologías, conocidas popularmente como embolias, también se denominan accidentes cerebrovasculares (ACV) y se manifiestan súbitamente. El ictus es el equivalente a un infarto de corazón, pero en el cerebro.
Tipos de ACV
Existen dos tipos principales de ictus: los ictus hemorrágicos y los ictus isquémicos.
Los ictus hemorrágicos, o hemorragias cerebrales, se producen cuando un vaso sanguíneo (vena o arteria) se rompe.
Los ictus isquémicos, o infartos cerebrales, ocurren cuando una arteria se obstruye por la presencia de un coágulo de sangre. A menudo, este trombo se origina en el corazón y se desplaza hasta el cerebro, donde interrumpe el flujo sanguíneo.
Cuando se sufre un ictus, el daño cerebral sobrevenido puede ser irreparable y dejar secuelas graves, que repercuten de forma notable en la calidad de vida de los afectados. Después de un ictus, solo un tercio de los pacientes se recupera totalmente, otro tercio queda con secuelas y otro tercio fallece. Además, el 25% de las personas que padecen un ictus muere durante los treinta días siguientes.
Síntomas
En el cuadro clínico de los ACV puede aparecer, en los inicios, dolores de cabeza, trastornos de estado de conciencia, síncopes, desorden en la vista, pérdidas del campo de visión, dificultad en la expresión oral, incontinencia o vómitos.
En el siguiente paso del desarrollo de la enfermedad es cuando aparecen los trastornos de movilidad, así como problemas en la orientación, alteraciones por daño en la parte del cerebro que controla el lenguaje (afasia), dificultades de la comprensión (agnosia), inhabilitación de las actividades prácticas (apraxia), trastornos de la estabilidad (ataxia), problemas de la sensibilidad de una parte o de la mitad del cuerpo y otra serie de posibles síntomas. El cuadro clínico siempre depende de la localización y de la magnitud del daño de los tejidos nerviosos.
La forma más leve de ACV se denomina ataque isquémico transitorio (AIT), por el que se pueden sufrir síntomas similares al ACV, pero en las siguientes veinticuatro horas desaparecen. De todas maneras es un aviso contundente y el paciente debe tomar medidas importantes para preservar su salud.
Causas
Los ACV suelen ser resultado o bien de enfermedades anteriores pasadas por alto, o debidos a un estrés emocional intenso, o bien, por ambas causas a la vez.
El factor de riesgo más decisivo es la hipertensión. También los niveles altos de colesterol que pueden culminar en el desarrollo de arterioesclerosis. No podemos olvidarnos de la diabetes mellitus como uno de los factores de riesgo importante para padecer un ACV, y tampoco de los excesos de tabaco, alcohol, la falta de actividad física, la obesidad, etc.
Existe también un gran riesgo de sufrir ACV por parte de mujeres jóvenes, fumadoras y que están con tratamiento anticonceptivo. En realidad el ACV es una enfermedad metabólica vascular interna que provoca daños al sistema nervioso central.
Diagnóstico y tratamiento
El diagnóstico de ACV lo concluye el neurólogo en colaboración con el radiólogo. La tomografía computarizada (TC) descubre las causas y el estado del paciente con relativa facilidad. Los tratamientos médicos se aplican según el resultado del diagnóstico.
En primer lugar se deben asegurar las funciones vitales del sujeto y, a continuación, su transporte a la unidad de primeros auxilios en la consulta neurológica de cualquier gran hospital.
Si se llega a tiempo (idealmente en los primeros noventa minutos), se suministran los fármacos para facilitar la disolución de los coágulos en la sangre (tratamientos trombolíticos). En casos de hemorragias se debe iniciar una intervención quirúrgica.
Productos de Energy
La importancia de los productos de Energy para este tipo de casos se sitúa, en primer lugar, en la fase de la prevención y en la reducción de los factores de riesgo.
En cualquier caso, el preparado bioinformativo principal para estos cometidos es, sin duda, Korolen. Diseñado para mejorar las funciones cardiovasculares, el estado de la sangre y el mantenimiento de la retroalimentación de las glándulas endocrinas, es eficaz consumiéndolo en un tratamiento a largo plazo. La dosificación puede recomendarse hasta 7 gotas 3 veces al día, según el nivel de tolerancia de cada persona.
Vitamarin sería otro de los productos para complementar junto a Korolen. Es necesario para conseguir un buen metabolismo de la grasa, y para favorecer una reducción eficaz del colesterol.
Otro grupo de suplementos son los antioxidantes. Están representados en el preparado Revitae, Flavocel, Celitin y Acai.
Las funciones mentales las podemos cubrir con el preparado bioinformativo Stimaral. Es recomendable testarlo previamente con Supertronic.
En caso de pacientes encamados recomiendo el aporte de flora intestinal, para estimular el peristaltismo, con los suplementos Probiosan y Probiosan Inovum. Y usar la crema Ruticelit para una regeneración de la piel que sufre úlceras de presión.
Es imprescindible una rutina regular de la actividad física, guiada por un fisioterapeuta experimentado, entrenamiento mental y el seguimiento de logopeda.